sábado, 21 de julio de 2018

De eméritos, democracia y oportunidad


Estos días se han filtrado conversaciones de la ex novia de Juan Carlos I, ex rey de España, con uno de los ex comisarios cloaqueros del país y un amigo personal del ex presidente Aznar. Las ha hecho públicas un periódico digital propiedad de un periodista afín al ex gobierno. Las grabaciones, dice que hechas sin saberlo ella, no tienen desperdicio ya que vienen a corroborar lo que todo el mundo sabía y callaba. Que la ejemplaridad, la democracia o la patria importan poco a las élites (el sistema) es una realidad constatable escandalosamente a diario, pero aquí han puesto de moda hacerlo a través de múltiples sentencias de blanqueo y malversación y así hacernos creer que algo funciona. Lo que cuentan nos retrotrae a aquello que no se quiso cambiar cuando murió el dictador, apareciendo el simulacro de Estado. 
La constitución española se hizo bajo una base putrefacta: mantener intactas las prebendas del franquismo y así, aquellos que habían expoliado el tesoro pirata, seguirán manteniendo el poder tras un cómodo y sano segundo plano. De esta manera se purgó a los visibles, a los incómodos, a los bocazas, a los poco inteligentes, a los cabezas de turco pintando de blanco nuclear  y poniendo a funcionar la maquinaria publicitaria. El aquí paz y después gloria de toda la vida, vamos. Se nos vendió la ejemplaridad del rey y, con ello, la bondad de la institución. El papel maché y el 23-F fueron su mayor aldabonazo, lo que nos haría olvidar la inmunidad jurídica de la que gozaba el nombrado por Franco. La necesidad de convivencia y corresponsabilidad fiscal, mientras el dinero -pónganle color- viajaba en jet privado, con billete de ida, su majestad cobraba comisiones por barril de petróleo importado y el trabajador era escudriñado por Hacienda. En definitiva, se nos vendía modernidad e igualdad haciendo tradición de las maneras del omnipresente. Entramos en Europa, crecimos, aprendimos, vimos, nos modernizamos y empezamos a ser más exigentes. ¿De verdad? ¿Fue el pueblo español, escandalizado por la corrupción, quien echó del gobierno a Felipe González o Aznar? Los votos podrían interpretarse en esa dirección, desde luego, pero va a ser que no, visto lo ocurrido aún con los miles de casos a los que nos enfrentamos. 
De la avidez económica del Bobón - por lo visto, no tanto-  se hablaba en la corte y sus fronteras, siempre bajo palio. Era sabido y permitido, demostrando que en la eficacia de su trabajo no pesaba el bienestar del estado español, sino el del suizo; tampoco el de la institución, esa cosa que esperaba que durase lo mismo o menos que él. También nos da una imagen de los distintos gobiernos electos, de los partidos políticos y sus componentes, de los empresarios, de la prensa... en resumen: que tan culpable es el consentido como el consentidor, tan corrupto el que pide y coje como el que acepta y da y de ahí hacia abajo... todos calvos. El problema de la corrupción, de la malversación no sólo consiste en el empobrecimiento que supone la rapiña de lo colectivo para unos pocos, no en convertir deudas privadas en públicas incidiendo en que lo público no es de nadie y cae del cielo, lo preocupantes es la depravación de contemplarla de manera natural, el pago al prohombre que se sabe por encima del bien y el mal - algo que le pusieron en bandeja de plata con su inmunidad jurídica- que se lo debemos, que lo vale, asumiendo que es igual en todas partes y todo orden.
La llegada de Aznar al gobierno, supuso uno de los mayores retrocesos en lo que debería ser una democracia. No sólo restauró de facto el establishment franquista, sino que con el discurso de la inutilidad de lo público frente a lo privado vendió las joyas de la corona a aquellos que le ayudaron a medrar. Los dueños del dinero, los que ponen las normas, los ACS. OHL, Abengoa, Ferrovial, Banca Mars, etc se convierten en el sancta sanctorum de la economía quedándose con segmentos clave de la industria estatal (energía, telecomunicaciones). Estas empresas, nacidas durante el franquismo o creadas por consejeros, directores generales, cuñados o amigos del régimen anterior, las asumimos como imprescindibles abriendo la puerta del "vale todo". Se dice que esta época fue una de las más fructíferas económicamente y sí, lo fue, aunque no para nosotros. Gracias a la bonanza mundial, a los fondos de cohesión y estructurales, que llegaban en millones de Europa; la venta de lo nuestro y la broma de que el mercado se autorregula, se generó un enriquecimiento rápido y salvaje y el empobrecimiento nacional. Así, mientras los beneficios empresariales crecían por encima del 30%, los salarios únicamente un 3%. Si a esto le sumamos la subida de impuestos indirectos -los que todos pagamos-  la bajada del 6%  en el IRPF de las rentas altas por el 2% de las bajas y una pérdida de poder adquisitivo del 4%, no habría que esperar demasiado para el plof. Pero había trabajo, mucho, casi siempre especulador y cortoplacista. Cuando el obrero comía caliente y se endeudaba más allá de sus límites, los indispensables llenaban los paraísos fiscales. Desapareció la clase obrera y apareció la media, solamente los inmigrantes - changuitos, sudacas, negratas, esos son sus nombres- fueron considerados proletarios, nos limpiaban la mierda. Subidos a esa superioridad nos contaron que debíamos temerles porque no se integraban. Mantenían sus lenguas, sus costumbres, sus ropas, sus ghettos, sus religiones. Eran ellos los que robaban la sanidad y mataban a sus mujeres para violar a las nuestras, acababan con valores y tradiciones, abusaban de amabilidad y subvenciones. Nos convencimos de que el peligro venía de fuera, de que el pobre nos hacía pobres y el rico todo lo contrario. ¡Qué maravillosa es la manipulación! 
No es baladí que las crisis sean cíclicas, hay que darle tiempo al cerebro a asumir la doctrina y si por el camino hacemos algún trasvase, mucho mejor. Es el momento de cambiar caras, de crear otra realidad y mantener la sensación de avance para quedarnos más atrás. 
Tras el 15M, aparece Podemos: desgreñados que pretendían asaltar el cielo y, con ello, conocer el contenido de las cloacas. La contrapartida es impulsar un casting político cuyo principal personaje es un jovenzuelo dispuesto a todo: tan pronto es más de izquierdas que Lenin como cita a Kennedy o apoya los privilegios de los de siempre, aunque hay que darle tiempo  y nada mejor que crearle un buen campo de batalla. Generar enemigos es la tarea que mejor se le da al mandamás, desvía  miradas y son excelentes cabezas de turco de cualquier desmán. En España los tuvimos grandes: el contubernio judeomasónico, Rusia, los comunistas, Europa, Rusia, el contubernio judeomasónico, los comunistas, Venezuela, ETA, Al Qaeda - echaron a Aznar por la puerta de atrás- Sadam Husein, Gibraltar español, el contubernio judeomasónico, los comunistas, Venezuela, los comunistas, el contubernio judeomasónico... pero fueron los catalanes los que desplegaron la bandeja de plata -bendito sea Puigdemont-  para que Albert Rivera se postulara como relevo de gobierno. Sin embargo, los mejores planes son los que conllevan múltiples salidas y, por el camino, aparece otro guapo en el valle que, además, sabe leer. Se presenta la oportunidad: ahora, sí podemos matar a Franco, definitivamente. 
Acabar con el dictador ayudará en varios flancos:
1.- Desactivar el principal activo de Podemos.
2.- Crear una nueva realidad/estado de modernidad y europeísmo o, parafraseando lo anteriormente escrito, dar otra mano de blanco nuclear. 
3.- La necesaria reestructuración la constitución. 
4.- ¿República?
Defenestrar al dictador completamente implica la exterminación de cualquier indicio que huela a legado y aquí está la monarquía en sus peores horas. Tras numerosos escándalos del soberano- el último le obligó a abdicar y llevó los huesos del yerno a la cárcel- no deja de ser curiosa la debilidad de una mayoría republicana y la fortaleza de una minoría palaciega ya que nunca se haya formulado un debate en profundidad del tema.¿De verdad son republicanos o más bien lo que diga la rubia? Es llamativo que a pesar de la inmoralidad de la corona, los partidos políticos, sindicatos, empresarios, la aniquilación de sanidad y educación, en definitiva, de la anulación de todo lo que suene al ya pírrico bienestar nacional, la movilización y la discusión venga dada por Cataluña o Franco. De ahí lo nada de peculiar en la aparición, ahora y no antes, de estas grabaciones y lo poco extraordinario que  los protagonistas sean el amigo del alma de Aznar y su cloaquero favorito. 
Si recordamos los últimos movimientos del Führersito -cómo abandona el partido que lo llevó al poder, cuando se ha postulado para regenerar el extremo centro del país- y lo unimos a su megalomanía por pasear su no bigote, su suave cabello o codearse con Trump, Macron o Putin. Si pensamos que lo que le gustaría es ir a Oriente Medio a firmar algún tratado de paz o de guerra- qué más dará-  porque su aspiración es la de  aparecer en los libros de historia por algo mejor que unas no armas de destrucción masiva: José María Aznar, 1er. presidente de la III República española, no suena mal del todo. Y dios salve al rey



No hay comentarios:

Publicar un comentario