Eres tú y no sé como decírtelo. Eres tú quien hace que todo se ilumine con un guiño, quien tiene el nombre de todas las cosas, de todos los hombres. Eres tú el que hace que, con la sola presencia, se mengüe mi enfado. El de las manos más cálidas, el del olor más suave, el de la voz más bonita, el que convierte en bueno un chiste horrible. Eres tú quien llena de piedras mi estómago cuando recuerdo, el que hace que adore el invierno, el que mejor discute, el que siempre tiene razón aún sin ella. Eres tú el que me enseña, el que me calma, el que me escucha, el que sabe dar la vuelta a todo para encontrar la parte buena. Eres tú el que incrementa mi curiosidad, el que me acompaña en la búsqueda de las hormigas culonas, el que hace poesía con el silencio. Eres tú en quien confío, a quien añoro a todas horas, quien mejor seca mis lágrimas al cambiarlas por las tuyas.
Yo, que siempre tengo palabras para todo, que hablo leyendo o a la tele o dormida, no encuentro la manera de contarte que me duermen tus besos y me despiertan tus caricias. Eres tú el que siempre está en mi boca, en mi pensamiento, en mis poros. Seguramente es tan sencillo como decir todo lo escrito pero eres tú quien, al mirarme, no deja que me salgan las palabras.
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