lunes, 2 de abril de 2018

Encuentra un bienintencionado y conocerás el mal.


Bienintencionado: Persona que tiene buena intención en lo que hace o dice.

Existe un inmenso río humano que cree cabalgar a caballo del amor, de la bondad, de la corrección: los bienintencionados. Personas que creen, sin más, que si todos fuésemos buenos, el mundo sería un lugar mejor porque el mal desaparecería. Estos/as tipos/as, producto de una mente estúpida e infantiloide, tienen como seña de identidad lo políticamente correcto, que todo se arregla a través de la educación que ellos han otorgado. Son seres en busca de referentes, de mesías que les muestren las verdades de la vida. “Tienen que dar ejemplo a los niños”, dicen, como si vivir tu propia vida no fuese más que suficiente. Ahora tendrás que enfrentarte al microscopio universal. Son personajes que, independientemente de su nivel adquisitivo, educacional, de su palabrería y buenas maneras, entienden una sola forma de ver las cosas: la que su moral ha copiado. Son individuos divisores entre el yo y los otros, creyentes en el ganador y perdedor, como si existiesen. Son mentes enfermizas, peligrosas, tontos en potencia, convencidos de que en ellos no existe una pizca de maldad porque serían incapaces de matar una mosca, que se deleitan y subliman con amaneceres y atardeceres, con fotos de cachorritos haciendo monerías, que visten a sus mascotas y se atreven a aconsejarte sin que nadie les haya pedido opinión. Están convencidos de su buenismo y la importancia de su intención. Pero claro, ahí viene el problema, en el caso de los otros la intención no es la misma. Pareciera que, el hada madrina ha bajado con su varita mágica estigmatizándonos con el mal y la sinrazón. Son, estos buenos humanos, no solo irrespetuosos y entrometidos, sino letales y la mismísima encarnación del mal. Porque ¿qué es, acaso, esa búsqueda intensiva de referentes? ¿No indica su bajo nivel de autoestima o escasez de inteligencia?. ¿Se creen los representantes de la humanidad? ¿Que necesitamos ser salvados por su verdad y razón? ¿Que el resto del mundo no piensa, siente o padece?¿Que nos levantamos urdiendo planes maléficos? ¿Qué pasa si me interesa un pijo lo que piensan? ¿Soy el mal? Y tú, sí, tú, el que se está dando por aludido al leer ésto. ¿Sabes que Belcebú tiene tu aspecto? ¿Crees que porque seas corto de entendederas, lo es el resto del mundo? ¡Qué coño sabrás de sus vidas, conocimientos, razones y motivaciones! ¿Crees que con un “ay, lo siento” se arregla tu maldad y el dolor que infliges a los que, simplemente, viven y dejan vivir? ¿Que los cachorritos engañan a alguien? ¿Que tu activismo ególatra sirve para algo más que para esa engreída conciencia tuya? Se da lo que se necesita, no lo que se quiere. ¿Por qué no te encarcelan o multan esas leyes que tanto buscas para los otros? Porque amigo, eres un puñetero cáncer, además de idiota ¿Te has preguntado cómo detectarías algo si no tienes con qué compararlo?
Y es que el bienintencionado es incapaz de ver el mundo como algo diverso e igual, extraño y conocido, anecdótico y continuo, celestial e infernal a la vez. El mundo es grande y pequeño, alto y bajo, bueno y malo, gordo y flaco, negro y blanco y de colores por inventar. Y que lo bueno y lo malo son un mismo caramelo del que mejor no alardear, no vaya a ser que te caiga toda la mierda encima porque le ha jodido la vida a alguien, tu buena intención.