martes, 10 de junio de 2014

Preeminencias.





En estos días escuchamos la tremenda noticia, procedente de un país africano y musulmán como Sudán, sobre una mujer condenada a morir ahorcada cuando, el hijo que espera, cumpla los dos años. La razón de tal atrocidad ha sido su decisión (voluntaria o no) de renegar de la religión paterna y aceptar la de su esposo. También nos sublevamos cuando nos muestran a  mujeres multivioladas y posteriormente asesinadas, en la India, ablaciones en países africanos, el mercado sexual de Cuba o Tailandia o los burkas de musulmania entera.

He escuchado y leído tal cantidad de reacciones a estos actos que, sin olvidar las injustificables abominaciones, me hacen sonrojar. Nosotros, los occidentales, los que vivimos en sociedades libres, justas, igualitarias y con una "religión abierta y moderna", olvidamos la autocrítica y me asombra la pírrica visión de sucesos parejos, en su base, que vivimos a diario. No importa que conozcamos los datos de mujeres muertas a manos de sus "protectores" (por que así se ven estos estetas). Nos centramos en la libertad de elección de la mujer, como si cualquier religión fuese síntoma de libertad. Nos olvidamos que en países altamente católicos como México, Perú, Ecuador, Italia, Irlanda, España, etc, cada vez que alguno de los "ministros de la fe" habla, las féminas se convierten en vacas parideras. -"Pero no se les mata"- No, no directamente, pero sí -como mal menor y no quiero hablar de Ciudad Juárez-, se mira para otro lado cuando el asesino es el esposo, se las convierte en esclavas o se las viola.  Cuando hablamos de otros nos olvidamos de nosotros y nuestros vecinos "normales", porque se ha extendido la confortable idea de que "eso, es cosa de inmigrantes", es decir, pobres, moros, negros, sudacas, "cosa de ellos". Nos olvidamos que somos nosotros, los occidentales, los que vamos a Cuba o Tailandia (y dejo fuera la pederastia) porque es más sencillo ver el problema como ajeno. 
¿Es cierto, entonces, que ocurre más en países menos desarrollados? Si ponemos como paradigma de sociedad desarrollada, educada a Estados Unidos vemos que, según datos de la asociación Project Unbreakable (nacida en 2011 para recoger testimonios de agresiones sexuales) se produce una agresión de este tipo cada 2 minutos. En este estudio no se contemplan muertes u otro tipo de violencia de género, pero creo que  los sexuales serán suficientemente significativos. -" Bueno, pero en USA, sabemos que la religión es un pilar básico de la sociedad y se combina con armas y desigualdad"- dirán algunos. Pues vayamos a la vieja y estupenda Europa.
No sabemos u olvidamos que, en Finlandia, el maravilloso arquetipo de educación y ejemplo en todos los informes PISA, el 47% de las mujeres HA CONFESADO - porque no hay estadísticas de ello- haber sufrido una agresión sexual o maltrato de género por parte de su pareja. Estos datos, conocidos por los gobiernos de turno, no han producido legislaciones específicas de protección como sí ha ocurrido con alcoholismo o suicidio y vemos aberraciones como que la violación de una mujer por parte de su pareja o familiar, se vea como un problema de ámbito privado y que no exista el término "muerte de género" y por lo tanto este tipo de asesinato, no exista. Los datos se repiten en  Dinamarca (52%), Suecia (46%), Holanda (45%), Francia (44%), Reino Unido (43%), pero estas son las confesiones realizadas por las víctimas, que difícilmente coinciden con las denuncias. En España, donde lo han reconocido un 22% de las víctimas, según datos del Ministerio del interior, cada 7 horas se produce una denuncia por agresiones, abusos o mal trato de género. 


Nos olvidamos que una mujer violada, en Occidente, se piensa  denunciar o no por sentimiento de culpa o miedo a la estigmatización social y familiar y que, muchas de ellas, prefieren la muerte a la vergüenza a la que la sociedad les somete. Pero, si son las víctimas, ¿porqué temen? Nos olvidamos que, según los últimos estudios realizados en España, el 70% de los adolescentes entre 13 y 19 años ve los celos como una expresión natural del amor y ven normal que se enfaden por "su ropa inadecuada". Olvidamos que el 80% de los chicos de esta edad creen que las chicas deben complacer a sus novios. Olvidamos, también, que el 60% de ellas, creen que una mujer está realizada cuando encuentra novio sin importar la condición por que ellas "los cambiarán". Y olvidamos que siguen creyendo que un chico debe ser "valiente y agresivo" mientras ellas deben ser "tiernas y comprensivas".Olvidamos que, tanto hombres como mujeres, ven como síntoma de igualdad el poder beber, fumar e imitar los roles de ocio impuestos. Nos olvidamos de las últimas declaraciones de un ex ministro en plena campaña electoral y su "supremacía intelectual", la estúpida respuesta de la candidata "Que se entere fulano que las mujeres le ganaremos"; de declaraciones, en pleno parlamento y a viva voz, del ministro de justicia y su ley del aborto " la maternidad hace libre a las mujeres". Olvidamos que seguimos teniendo una doble moral con  nuestros hijos dependiendo de su sexo. Olvidamos que solo se es noticia e inocente cuando hay muerte, de lo contrario "algo habrá hecho". 
Es cierto que, en Occidente, la justicia no condena a muerte, no lapida, no ahorca, no da latigazos, pero si lo hace la sociedad. Olvidamos que la educación, tal y como la planteamos, no sirve para nada. Podemos constatarlo con un simple vistazo al cacareado informe PISA, ya que los que salen mejor parados en comprensión lectora, matemáticas o ciencias, son de los peores en violencia de género.Y nos han enseñado que no hay igualdad si no hay una posición de respeto mutuo y ese respeto no llegará nunca mientras exista un tabú que impregna nuestro ADN, el sexo. Es curioso, en eso estamos todos igualados: una anómala educación sexual. 
No olvidemos que prostitución, pederastia, violación, discriminación sexual no son otra cosa que una pésima educación, basada en la preeminencia del gozo por aquellos que no entienden y ahí no hay PISA que medir. Olvidamos que  la prostitución es una profesión, en el supuesto  de  voluntariedad, en caso contrario, quien la ejerce obligada, es víctima. Olvidamos que una inadecuada educación sexual supone que te veas obligado a dar explicaciones sobre algo tan personal y natural como eso, tu intimidad.  Olvidamos que una sexualidad anómala da como resultado una mal llamada "revolución sexual" que mantiene la preeminencia pero con distinto nombre. Olvidamos que, una terrible educación sexual, supone la procreación como única alternativa, siendo esta una elección. Olvidamos que tener vagina o pene no diferencia a un ser humano. Olvidamos que "ellos" no son el enemigo, si no la solución. Olvidamos que el respeto mutuo no se pelea. Olvidamos que en una educación sexual desastrosa da como resultado entender la vida en blanco y negro y la consabida falta de respeto ya que yo soy blanco y todo lo demás negro o "ellos".Olvidamos que somos nosotros los que  hemos sido educados y educamos esta anomalía. Olvidamos, entre tanta revolución, la única posible y necesaria,  la sexual.
Si, en Sudán no pueden cambiarlo, ahora. Ella morirá, seguro que la matarán, pero no olvidemos que mañana, mi vecina, morirá por una razón similar. 

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