sábado, 17 de mayo de 2014

Diarios de locura: Marina



Camino por la ciudad vieja, entre baldosas levantadas, olor a orín, casas desconchadas y calles desdentadas porque antes, ahí, había un edificio. Solo sé que tiene más de ochenta y carece de familia que le acompañe en lo básico. Me recibe Zaida, una voluntaria joven, que limpia la casa, trae la comida o le acompaña al médico. Mi única misión es escuchar. Me dirige al salón y allí, sentada frente al ventanal, me espera Marina. Pelo corto, maquillada, sonriente y preciosa, estira los brazos para darme la bienvenida. Mide poco menos que yo y huele a perfume. Tiene unas gafas de pasta que realzan sus ojos vividos y se saca para las fotos. Habla, habla, habla sin parar  y se apura a enseñarme la casa. Camina con dificultad, arrastrando los pies, le ofrezco mi brazo y lo toma entre sonrisas mientras comenta: "Igualita que mi Ángel". Es una vivienda de 2 habitaciones, cocina y baño amplios y un salón muy luminoso.  Los muebles, antiguos, hablan de una vida anterior acomodada, así como algunos adornos de plata (confiesa que ha vendido los mejores). Le alabo la casa y agradece el gesto.

viernes, 18 de abril de 2014

Los antisistema





Existen humanos que viven al margen de la ley y las normas, humanos que mantienen una forma de vida milenaria, animista y chamánica. Un grupo numeroso de pequeñas tribus que, en su origen, salieron de Mongolia tres milenos a.c. con una lengua y una estructura religiosa por la que se rigen actualmente. Esta diáspora se ha extendido en todas direcciones. Podemos encontrar indicios en La India, Turquía, Hungría, Alaska, Canadá, Groenlandia, Finlandia, Suecia, Noruega, Ucrania, Letonia, Lituania y por supuesto, diseminados por toda Rusia. Los Khantv, Mansi, Nenet, Kamas, Nganasan, Enets, Selkup... son todos nómadas Ugric y Samoyedos, que en el primer trayecto han interactuado en la vasta Siberia mixturando unas creencias y lenguas con otras propagándolas por los lugares de asentamiento. Aquí nos centraremos en los rusos occidentales, Los Nenet.

viernes, 28 de marzo de 2014

Mi nueva mejor amiga.




Tengo una nueva amiga, aunque no sé si nos volveremos a ver. Se llama Marta y tiene 6 años. Por casualidades, esas que ocurren, coincidimos en el mismo lugar y hora, ella con su colegio y yo conmigo, mis cascos, mis músicas y mis lios. Los que me conocen saben de mis obsesiones y mi forma de ver lo que me gusta. Me doy tiempo, todo el que necesite. Soy de las que se sienta a ver un cuadro y, si se tercia y lo tengo a mano, ponerme música para acompañarlo. En esta ocasión era algo que me encogía personalmente y en ese encogimiento me encontró Marta. Yo no la vi, ni siquiera sabía que existía, ni que pasaba por allí, no escuché el ruido de una clase en un museo pero, para mi suerte, ella sí se fijó en mí. Vio que unas lágrimas caían de mis ojos, suficiente para apartarse de su grupo y besarme. Su manita cálida, suave se paseó por mi mejilla en varias ocasiones y aquella ternura inesperada, aquella carita de pena intentando consolarme sin saber qué ocurría, no hizo más que incrementar el llanto y estrujarla de un abrazo. Mientras le contaba que no era tristeza lo que veía su profesora vino a arrebatármela, no sin antes preguntarme si éramos amigas. No conozco a nadie mejor para ello.

lunes, 10 de marzo de 2014

El rey y corazón de león.






Acabo de despertar y no estás. He dormido tan bien que ni me enteré cuando te fuiste. Me revuelco por la cama, todavía mantiene el calor y olor de tu cuerpo. Ya te echo de menos. Debería levantarme y desayunar, hacer algo, aunque no me apetece pero quedarme en cama sola no tiene sentido. Desmonto las sábanas y cuando termino vuelvo a dejarme caer de espalda en el colchón. Adivino un cielo plomizo a través del vaho de la ventana y este silencio ... ni coches, ni personas , ni viento. Mi cerebro me adentra en una bola de cristal, de esas en las que todo es medido, estático a no ser por la mano que mueve la bola para hacer caer la nieve. Imagino al mundo como una de esas bolas, enorme y el cristal la atmósfera. Gira y gira a  una velocidad de vértigo pero para nosotros imperceptible, como imperceptible es el tiempo hasta que ha pasado, imperceptible para la nieve que no cae si no la agitas. Suave, reposada rotación como el vaivén de nuestros juegos, de tu respiración al dormir. Mecida en ese pensamiento me despiertan los timbres de unas bicicletas. Me incorporo y voy a la ventana. La limpio con la mano para poder ver a la pareja que pasea por la carretera de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, jugueteando entre la llovizna. Han desaparecido los coches, la gente. Solo dos bicicletas entre las aceras ajardinadas usando sus timbres para despertarnos. Es una imagen conocida, una fotografía en blanco y negro de hace 100 años o quizá doscientos, trescientos o miles de años, de antes que se inventaran las bicicletas, de antes que se inventase nada y el hombre pasease por el mundo en busca de un refugio y algo de comida. La imagen de la búsqueda del otro no importa la situación, la esclavitud, el dolor, la riqueza o la locura. Cuando lo encuentras  desaparece todo, ya nada es más importante. Y te conviertes en el rey y yo en el corazón del león. 
Vivimos una media de 80 años, casi los mismos que hace de las tumbas colectivas de los judíos en el holocausto. Montañas de cuerpos, despojos de piel y huesos masacrados, gaseados, tiroteados ¿por ser qué? Encontrados como montones de ropa vieja, pero donde el pijama era de mayor valor que el cuerpo y le era arrebatado para el nuevo que llegaba. Imagen que se repite en Camboya, Argelia, China, Rusia, El Congo, Las Cruzadas, El impero romano ... así hasta llegar al Homo sapiens acabando con el Neandertal. Y si es ése nuestro objetivo? Ser las botas, el pantalón o la chaqueta para el nuevo, que empuja para cambiar  lo que no cambia ni cambiará jamás por que la historia se repite una y otra vez y no nos damos cuenta hasta que ha pasado.
Entro en la cocina y leo tu nota y me preparo el desayuno y la vuelvo a leer. El zumo de naranja sabe más dulce con el sonido imaginario de tus palabras y releo de nuevo y cada vez es una caricia, una sonrisa , un beso. Y si tú fueras mis zapatos o yo tu pantalón? No lo sé , ni lo voy a pensar. Solo sé que me siento como los antiguos conquistadores, investigadora de pieles y suspiros, embajadora de besos y manos, doctora en tiritas y oídos sordos, comedora de cerebros y patatas. No voy a ducharme, no quiero, voy mantener tu olor el mayor tiempo posible y quizá así se me vaya esta añoranza y si no lo consigo saltaré a la calle y el bullicio aparecerá de nuevo y compraré pijamas, rayas, bucearé entre cordilleras de pellejos humanos, pústulas sanguinolentas y negreros resabidos hasta que tu sonrisa me encuentre y todo desaparezca.



domingo, 9 de marzo de 2014

Diarios de locura: Anheta.




Anheta es una mujer jovial, vigorosa,vivaz. Ojos que han empequeñecido por el paso del tiempo, arrugas en la comisura de los labios de fumar. Lleva toda su vida soñando con ser amada, reconocida o simplemente entendida. Se casó muy joven escapando de una familia que la ninguneaba o así lo sentía ella. Tercera hija de cuatro hermanos vivió en un mundo de y para hombres y eso forjó su carácter fuerte, decidido. Conoció al que ahora es su marido y en seguida hicieron planes de vida, hasta que su embarazo volcó rápidamente todas sus aspiraciones y se cambiaron por otra vida en común. Durante muchos años adoptó el papel de madre y esposa, tirando del carro de la vida de un hombre bueno, pero que casi nunca estaba a la altura de las circunstancias. Un hombre que confundía querer con seguir, que necesitaba que le explicasen como y cuando hacer. cuando querer, cuando escuchar, cuando salir y como entrar. Los primeros años transcurrían plácidamente, incluso algunos planes se cumplían, como aquella visita a Sevilla cuando la nena tenía apenas tres años y llenó sus vidas durante varios años, recordando y hasta mejorando los acontecimientos vividos. Tenía un compañero de vida, de batallas, alguien que escuchaba y asentía y ella entendía como comprensión.  Los años pasaban y Anheta sentía que no era escuchada que hasta la nena, que se hacía mayor, tenía mejor vida que la suya. Aún así, mantenía la sonrisa de su cara.
Aquella navidad llegó a la conclusión que, tras 25 años de convivencia, se había convertido en almeja. Se había quedado, no sabe ni cuando ni como, varada en la playa mientras la arena la había ido tapando hasta hacerla desaparecer por completo. Pasaban las olas, las personas, los años y seguía varada sacando la lengua de la concha para alimentarse y tomar consciencia de vida.
Escuchaba callada, oculta, las conversaciones ajenas, notaba las pisadas a su alrededor y muchas veces deseó ser encontrada entre la arena. En un arrebato sacó los pies y comenzó a caminar dejando, al compañero de tantos años sentado en la playa, esperando que le dijese donde escarbar y encontrarla.
.- "Aquí, busca aquí". Fue la última vez que hablaron.
Allí se quedó, el buen hombre, haciendo un agujero, buscando no sabía exactamente qué, por que ya no tenía quien le dijese qué encontrar..

viernes, 21 de febrero de 2014

Revoluciones.




Kiev, Caracas, Bangkok, anteriormente las llamadas "primaveras árabes"... todas tienen en común revueltas de ciudadanos que luchan por la derogación de un gobierno. Manifestaciones pretendidamente "espontáneas" que terminan, en muchos casos, con varios muertos y cientos de heridos. Peligrosos subversivos para los patriotas y héroes para los simpatizantes y asonantes. Todos estos lugares, que en su gran mayoría son para nosotros lugares en el mapa, nos cuentan que tienen gobiernos con un grado de corrupción tal que la protesta está justificada. Nos identificamos, automáticamente, con el horror de las imágenes sin saber muy bien qué ocurre realmente o quienes son los verdaderos motivadores de tales desmanes, pero da igual donde ocurra, siempre hay cierta conexión.

Durante años, en Europa, nos hemos visto como pacíficos, tranquilos, educados, civilizados, donde tales asonadas no podrían ocurrir ya que son cosas del pasado y somos países con un sentido de la democracia, real. Pero últimamente ha llegado, al sur, el fantasma de la pobreza, de la insidia, de la indignidad. Fantasma que nuestros gobernantes, desde todos lados, se han apresurado a poner nombre y apellidos. Ellos, los que vienen de afuera, los que no quieren trabajar, los que no tienen nada que perder porque nada tienen. Y poco a poco van señalando a los siguientes en la lista, los parados, los pensionistas, los dependientes, todos aquellos que viven de sueldos sacados de nuestros impuestos y que perjudican nuestra forma de vida, nuestro futuro, nuestro presente, nuestra democracia. Muchos dudamos de estas afirmaciones y pensamos que es la corrupción del estado, que también vive de nuestros impuestos, lo que nos lleva a estas situaciones. Que nuestros políticos preserven los intereses de otros y no los nuestros, nos indigna y nos pone, inmediatamente, en la picota para querer retirarlos para poner a otros. 

En los últimos meses escucho a personas recitar de memoria "el estado es una institución de hurto a gran escala, ya que nuestros impuestos sirven para que políticos roben a sus ciudadanos o los dilapiden de manera vergonzosa". Sin dejar de ser cierto, es importante saber que el autor de esta cita es nombrado hasta la saciedad por la otra parte, el poder. "Los servicios útiles que presta el gobierno, que están monopolizados por este, podrían ser suministrados en forma mucho más eficiente y moral por la iniciativa privada". ¿ Les suena?. El autor no es otro que Murray Rothbard, filósofo anarcocapitalista (bonito palabro que se ha inventado) que sostiene, entre otras cosas, que el hombre, en su natural ejercicio de la búsqueda de la libertad, tiene derecho a la propiedad privada y que es el estado el que merma ese derecho. Todo esto como si libertad y capital fuesen sinónimos y no antónimos. 

La teoría que nos han vendido y hemos comprado sin problema, es que pagamos impuestos para que los más débiles puedan ser arropados por el estado y tengan sus necesidades cubiertas, pagamos impuestos para tener servicios para todos, independientemente de su nivel económico. Todos creemos que esto debe ser una máxima, una obligación gubernamental y algo que la iniciativa privada jamás haría. El problema viene cuando se entiende que el dinero público no es de nadie, porque nadie es la consideración que tiene el poder sobre el pueblo, nadie que importe más que para la manutención del mismo poder, de sus consignas, sus productos y a su servicio. Lo que el poder nos da el poder nos quita, ya que nunca ha dejado de ser de su propiedad.

Pues bien, detectamos que el gobierno no nos sirve, que es corrupto, que está al servicio de otros intereses y lo muestran de manera descarada, chulesca. Vemos que todo el estamento político, desde lo más alto hasta los representantes de los pobres (sindicatos), están marcados. Aún así, seguimos empeñados en que sean los otros los que tomen las riendas. Quizá equivoquemos nuestras iras, quizá luchamos contra el poder que el poder ha puesto, es decir, el títere. Ese siervo bien pagado que es la política, al que tomamos como blanco de nuestras iras por que tienen cara, nombre y están ahí por nuestra voluntad y que al cambiar por otros,  en un alarde democrático y de transparencia, creemos modificar algo pero, ¿es así realmente?. 

El poder es el mayor lujo que uno pueda obtener. Significa estar por encima del bien y del mal, tener a alguien que obedezca, cuantos más mejor. No es para todos, no es democrático. Se puede creer que se accede al poder a través de la política, del reconocimiento público, confundimos fama con poder, pero lo que siempre reconocemos es a la economía. Sabemos que sin economía no hay poder posible, ya que el verdadero poder, el que está por encima de todos ellos es el Económico. Es éste, el que pone y quita gobiernos, el que hace fuertes a los partidos y los arropa con publicidad, medios de comunicación, el que dicta directrices, crea crisis y las arregla, crea leyes, territorios, corruptelas, hambres, muertes, dioses, revoluciones e ilusorias democracias. El poder es el sistema, el Sistema capitalista en el que vivimos y al que ninguno podemos renunciar porque ha creado la tela de araña perfecta. El poder es intocable y por lo tanto perdurable. No importa nada más que el beneficio que proporcionamos al poder, cuando eso no existe somos prescindibles. Nos han dado el dinero para acumularlo y acceder a la propiedad privada, la ilusión de que cuando más atesoremos, más nos parecemos a la idea que tenemos del poder, una estupenda estafa piramidal.

Lo peor de todo esto son los muertos de esas revueltas, los héroes, la sangre, que no sirven para nada más que para tener al poder entretenido, que cuando estos (le llamaremos derecha) no son útiles tenemos a otros para sustituirles ( pongamos izquierda) y son los huérfanos, las viudas, los amigos y compañeros de los muertos los que participan más activamente en esta alternancia. Una vez me contaron que para terminar con un árbol enfermo no solo es necesario arrancarlo de raíz si no tratar, también, la tierra que lo alimenta para que crezca, a partir de entonces, sano. Sabemos que eso, tal y como está todo esto estructurado, es imposible. Lo único que nos queda es detectarlo, saberlo y movernos en el estadio que nos ha tocado por nacimiento, escondernos entre la masa y ayudar para que haya las menores bajas posibles.

jueves, 13 de febrero de 2014

Invisible.




Desde niña soñaba con ser invisible, pasearse por la calle y que nadie le saludase, le preguntase. Desde su nacimiento había notado la diferencia con el resto de lo que estaba instaurado. No había hecho la primera comunión, ni siquiera había pisado una iglesia en lo que llevaba de vida. Aquello, que podría parecer normal en cualquier lugar, era tomado como un acto revolucionario y peligroso en una sociedad catolitizada hasta el extremo. En el colegio se levantaba cuando preguntaban cuantos de los alumnos habían pasado el trámite de la hostia consagrada y, pese a su corta edad, daba explicaciones y hasta enumeraba los regalos que le habían dado en día tan importante. Tampoco tenía grandes dotes para hacer amigos, por lo menos no de los buenos, con los que se compartían secretos ya que tenía prohibido dormir en casa de nadie o que nadie fuese a dormir a su casa, pese a tener habitación propia al ser la única fémina, no así sus 4 hermanos, que compartían habitación en unas preciosas literas, algo que siempre le pareció divertidísimo.. Vivía en un piso pequeño, de apenas 50 m., sin agua caliente, ni teléfono, ni televisor, solamente la radio hacía que en aquel lugar entrase algo distinto de las protestas infantiles o las palabras de los padres. Música de Machín o Los Panchos y la letanía de las 5 de la tarde del programa de La Francis, una mujer que daba consejos de sumisión y buenas costumbres y que su madre escuchaba atentamente apostillando con algún comentario. Los fines de semana, siempre aparecía algún amigo del padre, se sentaba en la parte del sofá que no estaba hundida y se le servía una cerveza fría con cacahuetes, aquellos que no les dejaban ni tocar a los hermanos por que estaban destinados a las visitas. Olían tan bien! habían convertido en juego la búsqueda de alguno de aquellos granos olvidados entre las cáscaras marrones, lo que a la madre ofendía y evitaba tirando a la basura los desperdicios para terminar con aquella práctica tan poco elegante. Finalmente mandaba a los niños a jugar a la calle con la excusa que los mayores debían hablar de "sus cosas", que siempre hacían en voz bajísima.

lunes, 6 de enero de 2014

Diarios de locura: Fabio.



La necedad, el error, el pecado, la tacañería, 
Ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos, 
Y alimentamos nuestros amables remordimientos, 
Como los mendigos nutren su miseria. 


 Recuerdo la primera vez que fui consciente de la presencia de Fabio. Aquel hombre encorvado, sucio, con una maraña de pelos canosos, profundos surcos en la piel que acariciaban la portada de un libro roto. Está sentado, alejado de la fila que espera la apertura del comedor mientras se recrea en la lectura.
Desde el otro lado del mostrador, despierta mi curiosidad. El turno de comida se terminará en unos minutos y sigue absorto. Pasa las hojas con la delicadeza de un restaurador. Una mueca, en forma de sonrisa, descubre que no es tan mayor como parece. Me acerco con un plato de comida, una cuchara y un trozo de pan. El olor del guiso lo inunda todo y sus ojos se convierten en vapor que dirige el plato de comida hasta la mesa más cercana. Me siento frente a él. Callada, observo la coreografía entre el libro, el plato, pan, cubiertos, la meticulosidad del remangue de una, dos, tres camisas. Leo el título: Les fleurs du mal. Comienzo a preguntar sin obtener respuestas hasta que recuerdo alguna parte que es contestada con una perfecta y automática  pronunciación. Sonrío mientras acerco mi mano a la portada, rechazada con severidad. No ha levantado la mirada del plato, la cuchara sigue el rumbo trazado y el libro se ha acercado más a su dueño que termina, se levanta y se va.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Diarios de locura. La incógnita.




Ayer quitamos el papel del salón y aparecieron nuestros dibujos, los nombres de todos, fechas, edades, alturas. Subí al trastero y encontré aquella guitarra que tocabas mientras hacías la segunda voz. Recordé los días a oscuras, cuando aparecían las velas y libros robados, por que no había para más. Paseos matutinos buscando la firma del cantero en fuentes y edificios. Historias de familia en una ciudad pequeña a una niña más pequeña que crecía y se hinchaba en cada narración. Bolas de acero de diferente tamaño que usaba para chantajear a compañeros, pequeños engranajes que bailaban a la vez encima de la mesa de la cocina y que "la madre" odiaba y tiraba siempre que aparecían olvidados en cualquier esquina, pero reaparecían mágicamente al día siguiente. La bandera de Cuba: estrella blanca, triángulo rojo, barras azules y blancas. Las capitales del mundo. Sumar muchas veces el mismo número es multiplicar. El disco de Bach de las mañanas de domingo y el olor a pan tostado que me llevaba a la ducha como un resorte. Peinarme y ponerme el vestido de rayas para salir a pasear a las 10. La cama mal hecha y las protestas que eso generaba. Encuentro las monedas aplastadas que poníamos en las vías, los dibujos escondidos del Guernica, que era un señor rojo.
Te engañaba muchas veces al decirte que me cansaba porque me encantaba subir a tus hombros y ver tu pelo rizo, suave, con olor a tabaco negro. Patillas setenteras, dedos amarillos con forma de martillo y la sonrisa negra de nicotina.
Las fotos viejas de la abuela que se fue a Brasil y volvió a casarse con un señorito venido a menos, desheredado por enamorarse de la muchacha de servicio, fuerte, guerrera, altiva. Recuerdo las historias que contaba de su Manuel, el hermano mayor, cuando apareció en el cuartel Zaragoza con su sobrero de pluma de faisán y capa española, cuello y puños de blanco impoluto y almidonado. Era el marqués de Fontefría quien elegía visitar aquel lugar del que tan bien hablaba su sobrino. Deslumbrados por su impecable aspecto y verbo culto, en la España del hambre, agasajaban con un banquete de gala tan honorable visita . Comida y dormida gratis durante la estancia de aquel que ni calcetines tenía y que al quitarse la capa solo quedaba un cuerpo desnudo con puños, cuello y pechera inmaculadas. Aquel hombre que terminó casado con la novicia que secuestró del convento que lo acogió con la misma técnica del marqués de Fontefría.
Encuentro al párroco que, inocente, te mostró el campanario y terminó encerrado dentro para poder darnos un atracón de "cuerpos de cristo" y huída estratégica por el cementerio. Ella siempre lo cuenta con amargura y vergüenza y tengo que hacer esfuerzos para que no vea mi risa. ¿ Qué ocurrió después?



No puedo explicar la glaciación repentina. Al principio creí que era mentira, que no era más que impostura para guardar las formas dentro y vivir fuera. De casa al trabajo, del trabajo a casa. No más tostadas, discos, guitarra, guiños, salidas, palabras. Te apartaste del mundo, de mi y cambiaste historias por zapatos nuevos, casa nueva, colegios caros... No entendía y sigo sin entender el cerrojazo repentino a todo aquello que me hacía respirar. El mutismo, el último puesto hasta la desaparición, la misa de domingo, la televisión diaria. Te recuerdo sentado, solo, callado, serio. Era una película de invasión alienígena y suplantación de cuerpos. Desapareciste. Dejaste de quererme y no sé porqué. La de veces que  pregunté  qué ocurría sin obtener respuesta. Cambié mil veces mi forma de actuar. Me porté mal, peor, fui obediente, sumisa, rebelde, contestona pero nada hacía que variaras tu actitud. Me cansé, me distancié, huí. Nunca sentí tanto frío como el que transmitieron tus ojos fijos, impertérritos, muertos en nuestro último día. Te odié, profunda y largamente. Terminaste siendo una fotografía olvidada en el fondo de cualquier cajón.
Me enteré que te fuiste o te echaron, poco me importó. Tuve otras caras, otras vidas, otros padres. Los mejores...
He crecido y me va bien, no necesito nada material. Me he quedado con la casa de la ciudad. La he limpiado, arreglado, aireado.. Huele a mi pero se ha quedado un fantasma. Pregunto a todo el mundo para seguirte la pista, te ha tragado la tierra. He puesto mi nombre en el buzón por si algún día la nostalgia te lleva hasta ella, podríamos sentarnos frente a un café y removerlo, vernos, hablar y quizá pasear en busca de la marca del cantero. Ahora soy yo la Marquesa de Fontefría.


lunes, 21 de octubre de 2013

Diarios de locura: Numi





Cuando a Numi lo nombraron presidente de la comunidad, supo que cambiaría el mundo. Desde siempre ha sabido que su papel en la sociedad iba ser preponderante, impactante, relevante. De niño era ocurrente, gracioso, inquieto, lo que se llama un niño malo, travieso, pero la edad lo fue domesticando a la vez que la voz se iba engolando.
Durante años, estuvo en el paro, no encontraba ningún lugar donde realizarse como hombre, tampoco lo buscaba, realmente. Se compró un antifaz antiluz para poder dormir hasta las 2 de la tarde,  y así levantarse una hora antes de que llegase del trabajo su señora esposa a hacer la comida, para adecentarse y limpiar un poco. Pero las mujeres tienen el sentido de la vista y el olfato más allá de lo común y siempre detecta su cara abotargada por la hibernación , la montonera de ropa sucia en el cuarto de la lavadora y las migas de pan en el suelo. No hablemos ya del pestazo a cenicero del salón, que hacía 4 días que no se vacíaba y las colillas esparcidas aquí y allá, bajo los sofás o tras la puerta. Se estaba hartando de tanta bronca diaria. Su mujer, no se daba cuenta que estaba sometido a demasiada presión. Es un hombre inválido al que le quitaron un músculo por el pernicioso trabajo de limpiacristales que realizó durante 2 años para su antiguo jefe, ¡ qué gran hombre!. Cuando lo conoció, supo que aquella era la vida que quería para él. Una bonita casa en la mejor zona de la ciudad, dos hijos, un pequeño automóvil para su esposa, un mercedes para él y la joya de la corona ¡LA HARLEY!.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Diarios de locura: Negro





El parque está lleno de pequeños con sus madres. Gritos, llantos, peleas por juguetes ajenos que, al tener un color diferente, son mejores que los propios. Entre los infantes, le llama la atención uno que abandona la pala de plástico y se encamina, gateando, tras un insecto. Después de varios intentos se sienta y lo aplasta con sus torpes dedos. Ha sido divertido, a por otro. La madre del explorador narra al corrillo de adultas el " problema de sociabilidad" de su vástago de 2 años. Es rubia, indumentaria de marcas conocidas, perfume discreto, suave, caro. Mientras parlotea, ignora que el enanito ha encontrado un nuevo reto, la fuente. La intrusa, que conoce la escena, se acerca al rebelde, lo toma en brazos y lo posa en las piernas de su madre, que le palmea en el pañal y recrimina al niño por su mala cabeza. 

jueves, 29 de agosto de 2013

Carta para tí.




Ayer se cumplieron 4 años ya.¡ Han ocurrido tantas cosas desde entonces!. Pero en este, algo está cambiando. Por la mañana, por ejemplo, me desperté con el recuerdo del grano de tu nariz, el remedio de la abuela  y el sonido de las carcajadas de tu hermana resonando en la casa mientras intentaba maquillar aquel maldito color verde. Luego  he ido a la playa y me he sentido feliz al ver como la lluvia me acompañaba. Recordé el nombre de los pájaros por su color y he podido abrir, por primera vez, la colección de plumas que comenzaste. Mágicamente, ha crecido desde entonces. Ha aparecido la pluma del colibrí y alguien ha puesto al "ave bichuela".

domingo, 4 de agosto de 2013

Diarios de locura: Lucía.




Hoy es un día aciago y triste porque Lucía, de 16 años, ha descubierto el desamor. No esperaba verla, ha sido una grata sorpresa. Se ha mostrado callada y algo triste en público. Al encontrarnos a solas me lleva a la parte de atrás de la casa. Sentadas en la hierba, con los pies colgando de la piscina, me ha confesado su dolor. Palabras entrecortadas por los sollozos, que a medida que explicaba se iban convirtiendo en llanto desconsolado.
-" Lo amo tanto,  nunca volveré a amar a nadie más".
 Le pregunto hasta que punto lo amaba y responde que ha mentido a su padre para poder estar con él. Se ha ido de vacaciones con amigos y para despedirse decidieron pasar la noche juntos. Ella puso la excusa de la casa de la amiga a la que su padre llamó, su amiga corroboró la mentira y los dos pudieron encontrarse en el hotel acordado. Por la mañana, acompañó a su amor al aeropuerto y entre besos y llantos, se juraron amor eterno. Se llamarían a diario y él le sería fiel para siempre jamás. Esta mañana, dos días después de su partida, ha leído el Whatsapp que le informaba de la terrible noticia y ella, al preguntar, obtuvo un bloqueo como respuesta.
- "¡¡¡ Me ha bloqueado, a mi.!!!, solloza indignada.
 Ante tal desconsuelo, no puedo más que abrazarla, tranquilizarla diciendo que pasará, el dolor se irá, pero no me cree. Está convencida que su vida se acaba, no volverá a confiar en nadie. Le hablo de lo preciosa que es, de lo mucho que vale, de la cantidad de personas , vidas y chicos que le quedan por conocer. Encontrará muchos Whatsapp, pero un día aparecerá una cara y hablará, conocerá y dará todo aquello que tenga, que también terminará, y volverá  a comenzar. No importa si dura un día, un año, un lustro. Durará toda una vida y luego, comenzará otra.
Pero ella lo quiere a él, que es un cerdo. Le respondo que un cerdo no, un mierda. Ella sube la apuesta y yo la subo más en un tandem de insultos perfecto que por fin la hacen sonreír.
 Está tan guapa con su sonrisa y la nariz roja, es tan bonita su tristeza, que no puedo más que sentir lástima por lo que el whatsappero se va a perder.
Se siente perdida y le cuento mi experiencia. Ella dice que no tiene nada que ver, que no es lo mismo, que yo soy mayor y ella no. Acto seguido me pregunta por los hombres, si son todos así, si son todos iguales. Le cuento que lo único que nos une a todos los seres humanos es la búsqueda del bienestar y que el mayor de todos es el amor. En la búsqueda encontrará afines que la amarán y ella no, otros a los que amará y no será correspondida, otros que  no sabrán como amarla, que no la entenderán, que no la verán como es, pero el camino seguirá, la búsqueda no acabará jamás, mientras viva, pero que encontrará al perfecto. No lo entiende, se enfada conmigo porque no soy clara, porque no le respondo, así que opto por un " NO, no son todos iguales. Nadie es igual a nadie". Le hablo de sus amigas, que vea si ellas son todas iguales, si dan igual, si sienten igual, si actúan igual y así lo comprende.
Pero ella ama al traidor, era el hombre perfecto... Ante tal afirmación, me sale una risa sonora que atrae a su padre, ella lo acepta como interlocutor válido y se sienta a su otro lado. Algo más tranquila, le confiesa su mentira de hace dos noches. El hombre la abraza con ternura y le cuenta que lo imaginaba, que no está enfadado, que él ha hecho lo mismo a su edad, pero que podía habérselo comentado en el momento y habría acudido igualmente. La cara de estupefacción de Lucía, no tiene desperdicio. Acaba de descubrir que su padre también la entiende y que hacía lo mismo a su edad, me mira y le respondo con una afirmación y una sonrisa.
-" Menuda idiota soy".
 El hombre pregunta si se divirtió aquella noche, ella confiesa que no, que le hizo daño. Él, comienza una retahíla de insultos hacia el muchacho que yo acompaño y Lucía se une. Se ha puesto a llover suavemente y la mujercita sonríe por que el día acompaña a su tristeza. Pinchamos la sombrilla en nuestra posición y continuamos la conversación y los insultos bajo el sonido de las gotas. Lucía apoya la cabeza en mis piernas y posa sus pies en las de su padre." Es que, lo amaba tanto..."

Hoy es un día triste y precioso por que Lucía ha conocido el desamor.

jueves, 1 de agosto de 2013

Diarios de locura. La boda






Son las ocho de la mañana y estoy en la calle antes de que Rajoy pida disculpas ( otra palabra que han vaciado de contenido). Ya nunca podremos volver a usar ese término de la misma manera. Es curioso como nos empeñamos, los del piso de abajo, en mimar las palabras y los del piso de arriba, en corromperlas. A veces, pienso que ese es el mayor peligro, que nos dejen sin lenguaje. A alguien se le ocurrirá otro término para pedir perdón ( otra cosa no pero ingenio, sobra).
Me paseo por el barrio, Patri me llamó anoche y quedamos en desayunar juntas para contarme algo " bomba". Todas sus noticias son así. Nos conocemos desde el colegio. Ella era parlanchina hasta el hartazgo yo, en cambio, callada y poco amiga de contar cosas. El azar de los apellidos nos unió durante 3 cursos seguidos y, como no, nos hicimos amigas ( la otra alternativa era muerte por asfixia).

sábado, 27 de julio de 2013

Un dedo?


Un pueblo se mide por las luchas de su gente y estas no están en pertenencias materiales.
Una madre a punto de parir el último hijo de diez, sin boca ni aliento suficiente para sentir dolor, agota su 
último suspiro en parir a un ser moribundo, sin futuro conocido en una paupérrima tierra arrasada por la 
sequía y la enfermedad. Ya no queda nadie de su estirpe: abuelos, padres, maridos, hijos ya no son más 
que polvo. Al morir antes del alumbramiento, la cesárea se hace obligatoria pero el nuevo ser no se mueve 
ni llora, solamente queda esperar a que se apague lentamente.

Tocar a un recién nacido, es un acto reflejo y que él se coja a aquello que le toca, también. Casi frío, blanco 
pero no suelta el dedo. Es entonces cuando ella, lo abraza, lo acuna y mete entre su ropa para calentar así 
los pies del pequeño.



Le habla de cosas desconocidas, de nieve y agua, de fuego, plantas, duendes y dragones y canta aquello 
que recuerda. Las horas pasan y un cuentagotas rudimentario está a mano. Le da una mezcla lactosa y algo 
late. Continúa.

La incómoda silla de campaña está para algo, la usa y pasa otro día. Duerme a medias con un pequeño 
cuerpo caliente que apenas se mueve, que lleva sangre en sus venas, que pelea, que no suelta el dedo.

Cuatro noches completas con un latido, un cuentagotas y un dedo. Sin apenas comida, sin ducha. hasta que 
todo se para. El dedo se suelta. Ya no hay movimiento, ni siente latido y devuelve a la cesta el cuerpecito 
inerte. 

Antes de salir de la tienda, escucha una protesta, un llanto sin fuerza, un ronroneo extraño, pero suficiente. 
Ese sonido se convierte en una alarma de incendios, gritos, carreras de personal médico, pero sobre 
todo el enorme llanto de ella que no encuentra explicaciones.

A partir de ahora, tendrá que salir al mundo solo, por sus propios medios. No se puede negar que  ha 
sido una lucha, una guerra ganada a través de un dedo.

( Pour Samu, le plus fort, le plus chanteur)